viernes, 17 de abril de 2009

...Ileridessërr...


"...Tan sólo escucha mi voz deslizarse por tus oídos, y envenenar tu mente con mis sueños tenbrosos y bellos, que tanto odio y amo a su vez; vivo en ti aunque nunca sabrás de que forma..." Draliuz Eizth Demonir 1:16


Es el desierto del alma, el desierto del cuerpo, un lugar estéril del que no podrás salir jamás. Aquellos que naces allí, terminan su existir vagando por incandescentes arenas bajo un sol eclipsado por nubes de ceniza, que expele el volcán infernal que yace a los pies de montañas curvas, retorcidas hasta en sus básicos minerales.

Ciudades yacen bajo su ceniza y arena grises, la tumba de un emperador, oculta de los curiosos, guarda los secretos del demoníaco imperio de Draliuz, el hijo de la luz y descubridor de las sombras. Alguna vez el amó, estuvo enamorado de musas, bellas y tan gráciles, pero su corazón se congeló en la octava musa, dentro de él murió toda capacidad de querer tanto a alguien.

En el desierto, en ese "Gran Desierto" habitan demonios, seres de gran poder, enterrados en ciudades ruinosas de épocas tan antiguas como la edad del propio universo. Allí el emperador revive, un demonio lo posee y lo transforma, luego al caminar como un individuo normal; numerosos seres se dejan seducir por el carácter tana tractivo de un demonio pero éste no puede amar, su corazón está congelado, sólo se encarga de funciones fisiológicas, por tanto, puede querer pero jamás amar otra vez.
Su búsqueda, para el viajero aventurero, comienza donde el aire es seco, donde no hay luz solar ni lunar alguna; busca donde una estatua ciclópea apunta hacia el Monte de Àzuleir, los rayos azúles emergen de él y te guiarán por la senda correcta, para llegar al núcleo del desierto; ahí yace la tumba del emperador, debajo de las cenizas, una cámara esférica atrapa al cuerpo dentro de cristales rojos y azules, someten al demonio a dormirse. No toques los sellos de alquimia que tienen presa a la criatura, tampoco acerques tus labios al cristal de hielo azulado si no deseas fundir tu alama con la de este "ser". tan sólo observalo y piensa, cuán lejana o cercana es su historia de la tuya, la de tu propia vida...

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