Nir, el chico licántropo
Al mirar el horizonte lejano, el joven Nir desarrolló una especie de sufrimiento, producto de que hacía poco que su padre había muerto en un concierto de rock, cuando hubo una estampida de fanáticos por el dios Mercurio. La vida ya no era la misma desde aquel entonces, además que sus leves quince años lo hacían un ser muy insignificante al lado de sus demás parientes.
“Debería ser todo diferente, desearía que existiese la reencarnación y que mi padre estuviese vivo todavía” pensaba él, y recordó el día en que cayeron flores del cielo, y de la tierra un sin fin de jardines surgieron del pavimento de las calles contaminadas de Zantirg, la ciudad sin sol como la llamaban muchos dueños de florerías.
Mientras Nir caminaba rumbo a su casa luego de un día horrendo en el colegio, de pronto sintió que el relajo venía a él mientras pensaba en dormir en su suave cama de serpientes y luego escuchar una canción de amor. La luna no tardó en asomarse por el cielo y a sus lados, las estrellas alumbraban el inmenso mar frente a la ciudad.
De pronto, el chico oye un aullido lejano entre los callejones cercanos a su hogar.
- ¿Qué ha sido eso? – dijo en voz baja, contemplando por un momento unas fotos que tenía en su celular de unos “tréboles”.
Luego, decide ir a investigar el extraño ruido, y para su sorpresa descubre que hay una botella de champagne fino tirada sobre unos artefactos de una religión foránea, podridos por la humedad del aire.
La descorcha y luego bebe un sorbo, la bebida es dulce y casi pasa desapercibido el alcohol por su paladar.
Después, al ver un póster de la exhibición de una “momia” en el Museo Central de la ciudad puesto en una roñosa pared, comienza a sentirse un poco extraño. Sus manos sudan mucho, su boca se reseca y su piel la sentía como si se estuviese estirando pero con mucho ímpetu.
Su ropa lo comienza a “molestar”, como si se estuviese empequeñeciendo cada vez más, y luego sintió que sus huesos se reducían en si mismos. El dolor era tan intenso que comenzó a gritar y con llantos “oprimidos” se desplazó por la calleja hasta llegar a una muy peculiar “oficina”, donde sonaba desde lejos una “canción” que le era familiar. El lugar estaba cerrado, pero había una pequeña ventana rota en un costado de la pared, donde pude meterse y refugiarse. Al pasar botó un viejo “florero” que sacudió el polvo del piso al caer. Parecía “mentira” la “manifestación” que el joven muchacho estaba teniendo.
Al pasar unos minutos, volvió a estar en sí, luego de haberse desmayado del dolor que había sufrido, entonces fue a remojarse la cara en un mohoso baño que había cerca, abrió las manijas del lavamanos y luego vio su reflejo en el “agua”. Se espantó súbitamente y se alejó temblando golpeándose en un tubo de “acero” abandonado por ahí. Su rostro se había transformado de forma “increíble”, había adquirido la apariencia de un lobo pero con facciones humanas.
Tras “protestar” consigo mismo sobre lo ocurrido, decidió salir de aquella oficina e irse a su casa, para contarle a su madre lo ocurrido, por tanto fue emprendiendo su larga caminata.
Lo curioso fue que en su pasar la gente no lo observaba, hacían caso omiso de él; tras un rato de caminar vio en la calle a un “coleccionista” de “locomotoras” en miniatura que buscaba entre la muchedumbre de las calles alguna “instrucción” de cómo llegar al “partido” de fútbol que se estaba desarrollando en un estadio cercano.
De pronto, ve a una amiga de su curso venir hacia él.
-Hola Nir, ¿cómo has estado? – le preguntó ella.
- No tan bien, creo que tomar un poco de licor abandonado no hace bien- y luego Nir, tosió levemente, haciéndose notar.
-Me gustan tus orejitas de perrito – dijo su amiga, sonrojándose y acariciando las orejas de Nir.
- ¡Entonces es cierto, sigo transformado! – dijo Nir exaltado- ¿y no estás asustada ni me odias por ser distinto?
-Por supuesto que no- y su amiga lo abrazó cariñosamente, para luego acompañarlo hasta su casa, pero de igual forma, Nir no estaba convencido de que todo esto fuese real.
Y después se acordó de un viejo “mito” que su abuelo le había contado antes de morir, que trataba de que los hombres hallarían su último “destino” en forma de los animales que tanto domesticaron o trataron de destruir. Luego se sorprendió de lo que se había acordado, pues no explicaba por qué después de haber tomado ese licor tirado en la calle se había convertido en lo que era ahora, aunque lo encontraba algo “inolvidable” lo que su amiga le dijo, pues, él desde hace tiempo que estaba enamorado de ella.
Faltaba poco para que oscureciera, y su amiga se despidió de Nir en el pórtico de su casa, ya que cuando la noche venía por la ciudad, los “carros” de “fuego” salían por las almas en pena de las calles, y era sabido por todos que si uno estaba en su camino, ellos no dudarían en llevarte consigo al Averno.
-Quiero que me beses Nir, hace mucho tiempo que siento amor por ti, aunque seas hombre o lobo, no me importa-decían en voz baja la amiga, susurrando de vez en cuando lindas palabras en las orejas salvajes de Nir.
Nir se puso nervioso, pero se decidió, y le dio un beso delicado y tierno en los labios de su amiga, los cuales eran tan dulces como la miel misma de las abejas.
-Yo siento lo mismo por ti, querida Brinette- y entonces algo ocurrió, pues de pronto Nir cierra los ojos y se deja llevar por los dulces labios de la chica que lo está besando, y cuando los vuelve a abrir, contempla que ella también se había convertido en una lobita.
El momento parecía “divino”, ni las más cruda “venganza”, ni el frío “desalojo” del invierno ni la propia “extinción” de la inmensidad del universo podrían apagar tal momento de ternura y enamoramiento absortos en los corazones de ambos jóvenes.
.Dicen que el amor es una “raíz” del árbol que es nuestra vida- decía dulcemente Nir en los oídos caninos de tierna novia.
-Que hermoso es en verdad lo que dices-y súbitamente Brinette lo abraza y le dice- quiero pasar toda mi vida contigo como un “pez” que nunca abandona su amor que es el vasto océano que le da vida.
-Ningún “conflicto” nos separa mi dulce lobita- y ambos jóvenes se abrazan por el resto de la fría noche, mientras los astros con su lento brillar pasan y alumbran el firmamento con la fuerza que han tenido durante tantos milenios, y la suave brisa de la madrugada se deja sentir en toda la ciudad. De pronto nieve comienza a caer del cielo, sin siquiera nubes que le den su origen, y el blanco adorna los contornos de las casas y los edificios. Ambos amantes quedaron deslumbrados por lo hermoso de la nieve, tras susurrar entre ellos lo hermoso que es el amor en una fría noche de invierno.
Por fin Nir encontró el amor en su vida….
