domingo, 17 de mayo de 2009

...VII Reflexiörr...

Sin duda alguna el lugar más extraño que puedo describir con tinta negra, es ese gran y misterioso castillo que cada día debo presenciar con regocijo mas no mayor impresión de alegría, pues algunos horrores menores habitan en él, como la mujer esquelética e histérica que dicta cosas que nadie puede concebir salvo grandes genios como el tutor magistral que le ha hecho clases con anterioridad. Es increíble que tenga que aguantar a semejante criatura tan llena de ira contenida y un estrés que se vislumbra por todo su levemente envejecido rostro.

Temo estar en ese lugar lleno de universalidad, pues soy pequeño como una leve expresión de un grano de arena llevado por el tiempo, ínfimo, mis ideas no son únicas como yo creía, hay mejores incluso, siento que este y ninguno es mi lugar; desde la agonía histórica de Grecia hasta las preguntas capciosas de una retrasada geografía; no pertenezco quizás a dicho mundo, soy visto como raro, malvado y excéntrico, huraño también; me dan ganas de llorar de rabia cuando quiero dar mi visión del mundo pero mi voz, mis nervios me traicionan a último minuto y debo tragarme el desagradable sabor de mi derrota.
Hoy fue un día de retiro, d mi ausencia sobre lo artístico en una tediosa historia llena de electrónicas imágenes, al contrario de los demás, di la última muestra de cariño que tenía que ofrecerle a mi homóloga, una bella amiga que supo estar cuando la he necesitado pero que ahora, en el cercano momento de mi capitulación, esa rendición final en la que dejo mi herencia a quien desee tenerla, y mi cuerpo para los gusanos voraces de la tierra, que luego otorgan vida a los seres que nacen sin ojos ni voz, como un pequeño niño que quiso ser alguien, trató de cambiar, y en su camino sólo puedo ver la única verdad de su vida:

"...Nunca cambiarás, la verdad es que algún día morirás, como el resto con el que vivirás..."

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