miércoles, 31 de diciembre de 2008

...Drask'ghellion I...

¿Qué harías tú si en la desesperación y curiosidad de tu alma, tu afán de ver más allá del límite establecido, más allá de reglas y cadenas que te aten a este mundo, descubres algo, o más bien, despiertas entes dormidos que jamás debieron ser molestados? Pues aquí les regalo mi regaño, mi horrenda experiencia, para que ustedes, fieles seres de la naturaleza, no caigan en el Vacío y en la Maldición a la que yo ahora estoy sometido....

Todo parte un 30 de diciembre, cuando caminaba con una de mis amigas en ese entonces, Beste, una gótica que se refugiaba en libros de ocultismo y con música "dark wave", por las encorvadas y estrechas calles de Vyntar, una ciudad portuaria muy lúgubre, que además tenía fama por sus cientos de naufragios en su temible bahía, siempre tormentosa por los vientos del oeste.
Caminábamos por la calle Nº 1, la calle principal que cruza todo el largo de la ciudad, y en donde está la mayoría del comercio, desde tiendas de ropa y mercadería hasta tiendas de libros y bienes de bajo consumo, como productos electrónicos, entre otros.
La mañana estaba fría, miré mi reloj, eran las siete y un cuarto, "qué rayos estaba pensando, vagabundear por ahí tan temprano", entonces fue cuando pasó; Beste vio un callejón oscuro, al lado de la tienda "El Diez Novenario", y se extrañó al ver que en ese oscurecido lugar, había una tienda también, adornada sólo con colores tristes y apagados, "El Caos" se llamaba; la puerta de vidrio estaba abierta, así que decidimos entrar sólo por curiosidad; nos percatamos que numerosos hombres estaban desmantelando el lugar, y luego vimos a la que parecía ser la dueña, una joven chica, que al verla daba la impresión de tener no más de veinte años, pelo cobrizo, tez blanca, rostro con pecas en sus mejillas, nariz fina, labios con un color negro extraño, y sus ojos oscuramente delineados que hacían resaltar su azul brillar. Parecía ser una persona un tanto "extraña" al estar vestida con un vestido blanco, rodeado por correas de cuero que la afirmaban.

Nos acercamos a ella, y comenzamos a charlar.
- Hola señorita - dije con cortesía.
- Buen día joven, ¿qué se le ofrece, antes de que esta tienda desaparezca? - me dijo con cierta tristeza en sus ojos.
- Pues buscamos el "Vigésimo Quinto Libro de Los Olvidados" - interrumpió Beste, con su aire místico y mirada desquiciada, que en su momento tanto me atrajo...
- Pues, se los doy si quieren, gratis, eso sí ¿pueden guardar un secreto? - se acerca a nosotros la mujer.
- Está bien - respondí con inseguridad.
- ¿Ven ese cofre de ahí? - nos dimos vuelta y vimos sobre la alfombra oscura del piso, un cofre finamente tallado, con extrañas figuras grotescas y "no euclidianas" en sus costados y alrededor de una gruesa cerradura metálica, que parecía relucir sin siquiera la tocara la luz.

Miré atónito las figuras, pasando mi mano sobre ellas y sintiendo sus relieves también, Beste hizo lo mismo hasta que fuimos interrumpidos por la señora nuevamente.

- Llévenselo, ambos, rápido, antes de que se lo lleven los encargados de "embargarme"... - decía nerviosa.
- ¿Y por qué es tan importante que nos llevemos este cofre ? - pregunté con firmeza.
- Pues ya no está seguro aquí, y bueno, ya les explicaré algún día... - de pronto, al decir eso, una ráfaga de viento nos lanzó fuera de la extraña tienda, y el cofre salió expulsado con nosotros, rompiendo el vitral del lugar, luego nos levantamos; casi ya fuera del callejón, llevando el cofre a cuestas, vimos después como todo el lugar comenzó a arder en llamas, y explotó, destruyendo todo el edificio de la cuadra, para luego extinguirse el fuego y un silencio aterrador se apoderara del bizarro lugar; ambos nos quedamos asustados por un rato, hasta que fuimos a tomar el tren, a la Estación Nueve Lunas en dirección a la zona Norte de la ciudad, donde vivíamos juntos Beste y yo, pues compartíamos una pequeña casa en los suburbios, para ahorrar así algunos gastos básicos...

Al llegar a la casa, dejamos el pesado cofre sobre una mesa en el comedor, y después me fui a trabajar rápidamente a mi oficina, mientras Beste aún se cambiaba para irse a su laboratorio farmacéutico, en la ciudad vecina, Zeingort, a unas dos horas de nuestra casa. Dejamos puertas y ventanas bien cerradas, como era de costumbre y nos marchamos.

En el tren, enviaba un mensaje de texto a mi novio, diciéndole que quizás lo vería luego del trabajo en su departamento del centro del puerto. Llego a mi estación, salgo apresurado y sin pensar choco con una persona, cayéndome con estrépito al suelo del lugar; me levanto y observo que la señora frente a mi, era la misma de la tienda, entonces grité asustado:

- ¡Usted! ¡Debería estar muerta! Nadie sobreviviría a una explosión así - mientras que la gente del lugar me quedaba mirando, al yo estar con mi pelaje erizado y mi cola tensa; olfateaba en el ambiente un extraño aroma, cierro los ojos por un momento y al abrirlos me doy cuenta de que la mujer frente a mi ya no estaba....

"...Los humanos ya están casi extintos, al menos en este lugar, pero de los que he visto, esa mujer es la más extraña de las humanas jamás vistas por mi..." pensaba, absorto en mi mente, mientras seguía caminando hacia la oficina.

Mientras tanto, Beste, estaba empeñada en unos experimentos extraños en su laboratorio, proyectos que le dejó uno de sus jefes que no hace mucho había fallecido bajo "extrañas circunstancias". Ella era una dragona sabia, introvertida pero divertida, a pesar de ser lúgubre a veces, era una buena amiga.
Tras unas horas de estar en el laboratorio, Beste salió a tomar un poco de aire a una plaza cercana al lugar en su hora de colación; se sentó a leer un libro bajo un árbol de cerezo negro, su árbol favorito, por sus pétalos negros y tristes que caían con la más leve brisa.
Toma luego un poco de té verde en una botella y se percata de una sombra lejana que la observa.

Despliega sus alas un poco, al ponerse alerta ante la extraña figura, luego la luz del mediodía le deja ver que la sombra era la misma mujer de la tienda que había explotado...

- Increíble...- se dijo a sí misma.
- Esto es demasiado improbable, usted no puede estar viva, no tras semejante explosión que terminó con su tienda... - y tras esto, la mujer desaparece, dejando tras de si una estela de humo anaranjado o casi cobrizo.
Beste ni se alarmó, terminó su colación tranquilamente, leyó unas páginas del "Aêgodrenorium", mientras daba suaves mordidas a una roja y jugosa manzana dulce que tenía en una de sus manos...

Tras esto, vuelve al trabajo, pasan las horas, y yo seguía en la oficina de mi firma de abogados, la cual era una de las más prestigiosas en la región pero que ya unos meses, no tenía nuevos clientes a quienes representar en juicios o apelaciones, por eso, trataba de cumplir horas administrativas y dar consultorías por doquier, con tal de no perder el ritmo del trabajo, pues el Imperio entero estaba sumido en una crisis económica muy rara, y todos nos aferrábamos a nuestros empleos....

Luego, caminé en soledad por las calles del centro de la ciudad en dirección al departamento de mi pareja, tan sólo con mi chaqueta en mi mano y mi maletín en la otra. Miré mi reloj, eran las seis de la tarde y un temible frío comenzó a caer desde algunos cerros cercanos. En eso me llama Beste explicándome lo que le había pasado hoy, y yo le conté mi experiencia también. Quedamos ambos muy alarmados, ella en especial, se escuchaba un poco nerviosa, le dije que se calmara y que mañana por la mañana llegaría a la casa a acompañarla, ya que era viernes ese día y me dirigía al hogar de mi pareja, y como Beste era aún soltera a sus 25 años, no dejé de preocuparme durante toda la noche que estuve "fuera"....

Mientras tanto, no tenía idea de que la mujer que habíamos visto salió en las noticias unas semanas antes, al ser la última heredera al trono de un reino vecino, Zânthigarn, sobre su desaparición tras ser vista bajo "raras circunstancias" en las que estuvo envuelto el Vicecanciller Kreinn IV de aquel reino, un miembro de la Corte conocido por su ambición por el trono de dicha nació; "un dragón oscuro" era llamado en los "grafitis" en los muros de las ciudades aledañas.
Cuando mi pareja, Anz, un zorro muy cariñoso, me contó sobre eso cuando estábamos cenando, yo casi me atraganto con su "Chapsui de Camarones y Verduras", pues quedé profundamente sin aliento al recordar a la mujer y sus palabras sobre el "extraño cofre de madera"...
Luego vendría a saber, al otro día, que ese cofre era de la arcaica ciudad de Lyrgrux, la legendaria ciudad nigromante, que hace cientos de años fue destruida por una "accidental invocación" y que ahora sus ruinas yacían en el extremo sur, en las denominadas "Provincias Australes"...

- De verdad, Drali, yo creo que deberías olvidar todo el asunto y darte unas vacaciones conmigo, además, ya la próxima semana pediría mis días libres, bueno, en realidad un mes completo, pero el asunto es que me preocupas mucho...
Anz me miraba preocupado y un tanto sonrojado, se acercó a mi y me besó, pero a pesar de eso mi ansiedad no se esfumaba, seguía preocupado por todo el asunto. Me fui a dormir entonces, luego él me acompañó y nos quedamos dormidos, abrazados en la oscuridad de la habitación...

"Tengo la sensación de que algo horrible nos va a suceder en estos días, lo presiento y me asusto por eso", pensaba mientras amanecía, y la luz del día 31 de diciembre entraba por la ventana, y veía dormido a mi lado, aun tierno zorrito con pelaje de color miel. Me levanté, me cambié y escribí una nota para Anz, diciendo que iría a ver a Beste, ya que aún estaba preocupado por todo el asunto del cofre y de la extraña señora de pelo cobrizo...

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