martes, 24 de mayo de 2011

Desde la clase de medieval ...

"...como el pastor separa a sus ovejas de los cabritos..."

Esa frase quedó en mi cabeza en una clase de mi carrera de historia. Una clase un tanto tediosa y horrenda, pues e ayudante es muy "academicista", no posee en lo absoluto una pizca de "pedagogía" en su ser, además de que resalta mucho que "él es quien sabe más", lo destaca en demasía al punto de ser un pesado, terrible y arrogante, su risa de las desgracias de los demás, por ejemplo, reírse de quienes reprobó en el examen del año pasado. Habla sobre rasgos del arte cristiano, los ojos almendrados, los ángeles de la izquierda, de la derecha, en fin, para qué me sirve eso, si me es aburrido y más encima tendré que mostrárselo a mis futuros alumnos. No tienen ningún punto, al menos para mí, si bien, es importante saberlo, pero esas cosas puedes leerlas en un buen manual de historia.

"El verdadero camino a seguir" [...] La iconografía cristiana como un libro pedagógico de imágenes, pero estas palabras puedo imaginarlas flotando cerca de mi cuerpo, rondando, trasladándose de un punto a otro, realmente, no penetran en mi ser, no llegan a mi espiritualidad; sean los tiempos, sea mi mente cerrada a esos temas, no puedo concebir que una asignatura tan global de historia universal sea reducida a una miserable revisión historiográfica sobre lo que escribieron autores de las fuentes del cristianismo (si, así de complicado).

Mi mente se comienza a achicar lentamente en una clase tan aburrida, en especial donde no hay nada más que hacer respecto a sólo oír al ayudante, hablar y hablar una y otra vez acerca de lo mismo que nos dice el profesor, con su rostro tan frívolo, voz gélida e incluso un temperamento agobiante. Bromas muy absurdas y sin sentido, donde todos se ríen para no quedar mal, chistes sin gracia y lleno de "intelectualidades" que sirven sólo para quienes se arrastran detrás de las sombras del profesor titular. ¡A qué ha llegado la universidad!

La universidad se supone que es un lugar de participación donde "el homo ludens" puede desenvolverse plenitud, pero más parece su versión del siglo XV, como un lugar anexo a la Iglesia, con trascendencia de "claustro". Los alumnos se sienten atrapados tras sus murallas, días y días de estudio sin sentido, para que una sola pregunta evalúe todo tu proceso de perseverancia y aprendizaje, termina por echar abajo tus sueños de salir adelante como un "profesional". En estos casos, convendría existir la magia entre nosotros. Si bien, haría un cambio sustancial en las formas de concebir el mundo, daría más entretención a lugares donde hay "seres" que irradian un "aura de homogeneidad", convirtiendo a todo el que se acerque o de paso en falso, en la masa gris que compone la sociedad neoliberal-conservadora de nuestro país.

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